Las economías que tienen grandes dotaciones de recursos
naturales, especialmente aquéllas abundantes en petróleo y minerales, son
consideradas a menudo como poco probables de alcanzar altos niveles de
desarrollo. Se dice que las rentas provenientes de la extracción de los
recursos minerales, que podrían utilizarse para iniciar un proceso de
crecimiento económico en el país, tienen en la práctica una serie de efectos
negativos que sobrepasan sus potenciales contribuciones positivas.
Nombrada muchas veces como “motor de crecimiento”, la
actividad minera fue el factor decisivo para el surgimiento y posterior
crecimiento de importantes ciudades y pueblos del mundo. Sin embargo, los
yacimientos poseen una vida útil, ya sea porque se agotan los recursos allí
existentes o porque su explotación ya no es rentable para quien la realiza;
siendo un factor de estancamiento o retroceso de dichos asentamientos de
población cuando estos dejen de funcionar.
Pero la verdadera lacra es la minería ilegal, una plaga no
solo ambiental sino social, que en ocasiones financia grupos armados al margen
de la ley y se utiliza para lavar activos del narcotráfico; no genera ingresos
de calidad a los trabajadores y no paga regalías.
La actividad minera produce prosperidad en las zonas donde
se lleva a cabo, peroIndudablemente tiene un impacto ambiental. impactos aun a
menor escala pueden crear conflictos por el uso de la tierra y oposición a la
explotación minera por grupos ambientalistas, sobre todo en países
desarrollados más poblados.
Para que Colombia siga el camino del crecimiento sostenido
de Australia, Canadá y Chile, deberá proteger la riqueza natural de Colombia, hace falta
tener reglas de juego claras, seguridad jurídica, coordinación
interinstitucional y atraer a inversionistas que aporten tecnología de punta,
paguen impuestos y regalías, manejen de manera adecuada el ambiente y restauren
los ecosistemas que afectaron cuando terminen la explotación.